¿Alguna vez te has preguntado qué aspecto tendrían los tatuajes de presidiarios de los años 60? Pues la fotógrafa polaca Katarzyna Mirczak ha conseguido traer unos ejemplos hasta nuestros días, aunque de una forma un tanto tétrica, en un proyecto que ha llamado Criminal Code.
Esta artista estaba un día en el Departamento de Medicina Forense de la Universidad Jagiellonian, en Cracovia, y se encontró con una gran colección de tatuajes ¡cortados directamente de la piel de sus dueños! La universidad comenzó a conservarlos en formol durante la segunda mitad del siglo XIX para observar si existían conexiones entre distintos presos y descifrar códigos secretos hasta que llegaron a las manos de Katarzyna.
Gracias a estas fotografías podemos apreciar la técnica tan pobre que usaban en la cárcel para tatuarse y los peligros para la salud que podían sufrir. A pesar de que estaba prohibido tatuarse en prisión, los presos agudizaban el ingenio para fabricarse "máquinas de tatuar" caseras. Por ejemplo, se servían de clips, cuchillas y hasta piezas de cristal para perforar la piel y como pigmentos utilizaban corcho, tinta de boli o lápices de colores que mezclaban con agua o sopa, lo que tuviesen al alcance.
El resultado son estos tatuajes de muy diversos temas, algunos más agraciados que otros.
Todas las fotos de este post pertenecen a Katarzyna Mirczak.
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