Tenemos el ejemplo de ciudades como Londres en la que se ve a personas con modificaciones corporales yendo a trabajar trajeadas y que desempañan trabajos en los que en España sería impensable ver a una persona de este tipo. La única razón por la que no sería posible es por la sorpresa o la desconfianza que podrían sentir los clientes al ser atendidos por una persona con un brazo completamente tatuado, por ejemplo. Las empresas temen que esto pueda pasar, no hay personas con modificaciones de cara al público y la gente sigue sin acostumbrarse a verlos. Es un círculo vicioso que tiene que acabar en algún momento.
Sin embargo, he encontrado un artículo muy interesante para los afectados por este ridículo pensamiento. Miguel Ángel Errasti, asambleísta del Partido Acción Nacional de México, ha afirmado que "las personas con tatuajes o perforaciones en su cuerpo podrían demandar a los empresarios o contratistas, que se nieguen a darles una plaza de trabajo, los discriminen o despidan por esa razón".
Pero no acaban ahí las declaraciones del asambleísta. Además, presentó como iniciativa de ley, que exista la posibilidad para que se castigue "con uno a tres años de cárcel a la persona que incurra en esa discriminación para el empleo".
Desconocemos cómo acabó esta propuesta, si alguien lo sabe que nos lo haga saber, pero es posible que se quedase en un nuevo intento por normalizar lo que ya es normal.
Da mucha pena pensar que el simple hecho de dibujarte la piel te puede llegar a convertir en un grupo reconocido como "grupo vulnerable".
Entradas
0 comentarios:
Publicar un comentario